Iuliobriga (Retortillo; Campoo de Enmedio)

Vista aérea de la localidad de Retortillo con la indicación de los principales restos romanos identificados sobre el terreno. Fotografía de F. Didierjean (2013)

La ciudad romana de Iuliobriga se identifica desde el siglo XVIII con las ruinas conservadas en la localidad actual de Retortillo, situada en el sur de la comunidad autónoma de Cantabria. Tal deducción se hace a partir de la indicación general contenida en la Historia Natural de Plinio el Viejo, que menciona la proximidad del oppidum cántabro al nacimiento del Ebro. El yacimiento arqueológico, en la parte que ha sido excavada, presenta rasgos urbanos -apreciables en los restos de arquitectura pública y doméstica que se han conservado- y cuenta con materiales arqueológicos de cronología augustea en los niveles romanos más antiguos. Hoy sabemos, además, que la ciudad se levantó en un lugar que ya había sido habitado con anterioridad, durante la segunda Edad del Hierro. Así lo indican tanto las dataciones radiocarbónicas disponibles como los abundantes materiales de filiación protohistórica que se han venido recuperando desde que se iniciaron las excavaciones regulares, en la década de 1940.

Área del foro y viviendas del sector de la carretera de Retortillo

El nombre de Iuliobriga hace alusión directa a su fundador, Augusto, en calidad de miembro de la familia de los Iulii Caesares, a la cual pertenecía como hijo adoptivo de Julio César. El segundo elemento que aparece en el topónimo es en cambio de origen céltico, el sufijo -briga, muy común en localidades de la Hispania indoeuropea. El término sirvió en origen para designar enclaves elevados y fue adoptado por un buen número de comunidades hispanas establecidas de hecho sobre antiguos poblados prerromanos, localizados sobre accidentes destacados del relieve. El hecho de que la ciudad incorpore en su nombre el de la gens Iulia y no el cognomen de Augusto, adoptado por las fundaciones creadas por el emperador o rebautizadas en su honor con posterioridad al año 27 a.C., ha hecho pensar a algunos autores en una fecha de creación temprana para el oppidum cántabro, muy próxima seguramente al desarrollo de la campaña de conquista dirigida por el propio Augusto, en el transcurso del año 26 a.C., algo que desgraciadamente la arqueología no puede ni confirmar ni desmentir por el momento. Lo que sí sabemos es que el emplazamiento fue elegido a conciencia, en uno de los puntos neurálgicos del itinerario seguido regularmente por las tropas romanas en el transcurso de las Guerras Cántabras.

Recreación del foro de Iuliobriga. Ilustración de Iñaki Diéguez – Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte. Cantabria

El oppidum ocupó la casi totalidad del cerro de Retortillo, situado a unos 920 m de altitud, muy cerca del curso del Ebro, en una zona en la que este es relativamente fácil de vadear. La superficie urbanizada se puede estimar en unas 19/ 20 hectáreas, distribuidas en torno al discurrir de la vía romana que, a su paso por la comarca de Campoo, unía la costa cantábrica con el interior de la Meseta castellana. Esta peculiar morfología, con un urbanismo laxo que se aparta del plano ortogonal característico de las fundaciones romanas de nueva planta, y la llamativa mezcolanza de espacios de uso doméstico y agropecuario que se observa en su interior, hacen que el núcleo presente un indudable interés histórico.

Las excavaciones realizadas en los últimos años, dentro del proyecto Paisaje Histórico Campoo-Los Valles, se han centrado en dos zonas concretas del yacimiento. La primera se encuentra en los alrededores de la iglesia de Santa María, edificada sobre los restos del foro de la ciudad romana. Lo excavado corresponde a la zona exterior de la plaza porticada, cerca del podio del templo que la presidía, construido en los decenios finales del siglo I d.C.  El área de trabajo se extiende entre estas estructuras y los muros de un taller de forja, emplazado a poca distancia, de cronología algo posterior. Las excavaciones han proporcionado evidencias correspondientes a todo el período de ocupación del lugar, empezando por los depósitos generados durante el tiempo anterior a la construcción de la plaza -fundamentalmente cenizales y un vertedero con material mueble de los siglos I a.C. y I d.C.- para alcanzar finalmente el horizonte de abandono de esta parte de la ciudad y su conversión en una necrópolis altomedieval. A esta fase pertenecen igualmente los restos de un horno, abierto en el siglo XII entre los derrumbes del muro frontal del foro, destinado a elaborar el material cerámico -tejas y ladrillos de pavimento fundamentalmente- empleado durante la construcción de la iglesia románica.

Excavación del exterior del foro.

La segunda zona excavada en fecha reciente se encuentra en el sector conocido como carretera de Retortillo, en una de las fincas de siega que se encuentran en el lado norte de la ciudad. Se trata de una zona que, por lo que sabemos de anteriores intervenciones, estaba ocupada por varias casas de peristilo -al menos tres- dispuestas a ambos lados de la calzada romana que discurría en dirección a la vega de Bolmir. La excavación ha sacado a la luz los restos de una gran domus dotada de estancias de representación, dormitorios y una interesante área de servicio dispuesta en su parte trasera, que se abre hacia un patio de planta irregular. Recibe el nombre de casa de los Mosaicos por los fragmentos de pavimento teselado bícromo descubiertos en 1984 en una de las estancias que formaban parte de los baños domésticos. Del patio con que contó se conocen parcialmente tres de sus lados, cubiertos con pórticos columnados, de los que se conservan varios apoyos, fragmentos de fuste y un capitel, hallado en posición secundaria. Dispuso también de una atarjea de desagüe en su lado oeste, que discurría bajo uno de los pasillos que recorrían la cabecera de la vivienda.

Denario de Augusto y entalle de pasta vítrea (UE. 9/ 1061)

Son varias las estancias que han podido delimitarse completamente en el interior de la casa de los Mosaicos. Se distinguen tres habitaciones en el ala sur, con los pasillos laterales de acceso tan frecuentes en las casas de Iuliobriga, y otro ambiente de mayor tamaño situado en la esquina oriental, con una plaqueta rectangular de terracota sobre el suelo, adosada al muro sur, que hace pensar en su destino como cocina. Esta estancia, excavada en 1984, fue posteriormente cubierta de forma parcial. En el lado oeste de la vivienda se reconoce una gran sala de aparato que debió de ocupar el centro de este sector, así como un conjunto de sala y dormitorio situado en su costado septentrional. La característica división tripartita que presenta la cabecera de muchas de las viviendas romanas se completaba en nuestro caso con unas pequeñas termas privadas, dotadas con dos de las estancias características de estas instalaciones: la sala fría, aquí un apodyterium/ frigidarium y el caldarium, ambas alineadas pero con acceso desenfilado desde la crujía occidental del patio. El edificio se prolonga hacia el oeste -de espaldas a la cabecera- con un pabellón que incluía el horno de los baños, la leñera y al menos una estancia con hogar, que pudo haber alojado al personal de servicio. La planta del conjunto superó seguramente los 1.100 m2, lo que nos sitúa ante una residencia señorial de notable envergadura. A juzgar por el tipo de material mueble recuperado en su interior, hemos de pensar que permaneció en uso hasta los años centrales del siglo III d.C.

Excavación de la casa de los Mosaicos. Vista desde el norte
Casa de los Mosaicos. Capitel procedente de una de las columnas del peristilo localizado en 1984
Primeros trabajos en la casa de los Mosaicos. Dos fotografías de la excavación de la domus en 1984. En la primera de ellas se aprecia una vista general desde la calle exterior que servía de acceso al lugar. En realidad, era parte de la calzada romana que conducía a Portus Blendium y, como se ve en la fotografía, contaba con una acera para la circulación peatonal en uno de sus márgenes, con una escalera seguramente cubierta bajo pórtico. En la segunda de las imágenes se aprecia un detalle de la cocina, con la plaqueta cerámica que servía de hogar situada sobre el suelo, pegada al muro. Las fotografías fueron realizadas por José Ramón Aja.